Queridos diocesanos:
Ayer 6 de febrero, tuvo lugar el lanzamiento de la campaña anual de Manos Unidas. Es sobradamente conocido por todos el trabajo que, desde mediados del siglo pasado lleva a cabo esta institución ˗formada casi exclusivamente por mujeres˗, en su tenaz lucha por erradicar el hambre y la miseria de la tierra. Como sabéis, Manos Unidas es una asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda y promoción de los países en vías de desarrollo. El espectro de sus actividades es muy amplio: da a conocer y denuncia la existencia del hambre y de la pobreza en el mundo. El número de las personas, hermanos nuestros, que pasan hambre en el mundo, sigue aumentando y en 2018 alcanzó la escalofriante cifra de 815 millones, según la FAO: 38 millones más que en 2015. Manos Unidas estudia, además, las causas del hambre y sus posibles soluciones, y reúne los medios económicos con los que prepara y financia planes y proyectos de desarrollo integral. Manos Unidas nos recuerda que no basta compartir la preocupación por la situación de pobreza en que se encuentran cientos de millones de personas: es necesario pasar a la acción y compartir las posibles soluciones.
Este año el lema que preside las actividades de Manos Unidas reza: “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú”, que se acompaña con una fotografía que identifica las poblaciones del así llamado tercer mundo como las que mayormente son víctimas de ese maltrato. Este, en sus distintas manifestaciones, representa un problema global, como dice el Papa Francisco, “con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo” (Carta Encíclica Laudato si’, 25).
En estos días y en los meses que seguirán se irán desarrollando una serie de iniciativas, no pocas de ellas encaminadas a una mayor concienciación acerca de la delicada situación en que se encuentra el planeta, la “casa común” como gusta llamarlo el Papa Francisco. En ocasiones se sugerirán pequeños compromisos para favorecer la salud de la tierra que habitamos todos. Haremos bien en examinarnos sobre el modo en que nos afectan y empeñarnos por convertirlos en modos habituales de comportamiento, tratando de inculcarlos en las personas que nos rodean.
Lo más valioso de Manos Unidas son, sin duda, sus voluntarios. Su implicación, responsable y activa, en todos los ámbitos y niveles de trabajo, resulta indispensable y permite ampliar de forma significativa el alcance de la actividad desarrollada por Manos Unidas. Su colaboración es un modo excelente de vivir la caridad cristiana y la solidaridad con nuestros hermanos más necesitados. Por otra parte, la diversidad de proyectos en que trabaja Manos Unidas ˗alimentación, educación, salud, agua y saneamiento, derechos de las mujeres, derechos humanos, medio ambiente y cambio climático˗, facilita que muchas personas puedan colaborar con eficacia en su servicio a los demás.
El lema de la campaña tiene un sencillo sub-lema: “Colaborar está en tu mano”. Quiere ser una llamada a la responsabilidad de cada uno. La labor que realiza Manos Unidas se sostiene con fondos que provienen de las cuotas de los socios, de aportaciones de colegios, empresas, organismos públicos y donativos; también, y no en menor medida, de lo recabado mediante la colecta anual que se hace en las parroquias. Os animo, pues, a ser generosos con vuestra colaboración económica en la colecta de la Campaña Contra el Hambre en el Mundo, el domingo, día 9 de febrero, quinto del Tiempo Ordinario, destinada a Manos Unidas.