Dentro del Año Jubilar de la Esperanza y, en un día tan solemne para la Iglesia, en el que se celebra la Concepción Inmaculada de la Virgen María, nos disponemos a conmemorar, mediante una Hora Santa de Acción de Gracias, a las 18 h. en la capilla de San Esteban, el décimo aniversario del inicio de la Adoración Eucarística Perpetua en Cuenca, una fecha inolvidable para los adoradores, en la que nuestra gratitud al Señor y a su Madre Inmaculada, por su presencia, protección y ayuda, se actualizan e intensifican.
Afirma San Jerónimo que, “aunque por culpa nuestra perdimos el Paraíso, añoramos, no obstante, la antigua felicidad, incapaces de olvidarla”. En nosotros existe como una nostalgia del Paraíso, en nuestra memoria hay algún rincón en el que pervive como un recuerdo, la existencia de esa época feliz anterior al pecado, en la que Dios acompañaba a los hombres a la hora de la brisa, como se refiere en el libro del Génesis. Dios en medio de los hombres, y los hombres pendientes de Él. Nuestro corazón anhela, espera recuperar ese lugar. Las capillas de Adoración tratan de recrear ese Paraíso perdido. La mirada del Señor sobre los adoradores y personas que diariamente acuden a visitarlo en la capilla infunde paz y alegría, alivia sus sufrimientos y, suavemente, ensancha su corazón para asimilar el Evangelio, haciéndoles ver que la felicidad del hombre depende de su confianza y abandono en Él. ¡Qué bien se está aquí! Suelen repetir muchos.
La Adoración Eucarística Perpetua es una iniciativa eclesial novedosa, extendida por todo el mundo, y que en España cuenta con setenta y seis capillas. Su objetivo principal es fomentar y facilitar la adoración de la Eucaristía entre los fieles, permaneciendo abiertas las veinticuatro horas del día durante todo el año, sucediéndose los adoradores en turnos de adoración de una hora. Habitualmente, cada adorador se compromete a realizar un turno a la semana, siempre el mismo día y a la misma hora, aunque existen otras modalidades de colaboración.
Adorar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento es la respuesta de fe y de amor hacia Aquel que siendo Dios se hizo hombre, que nos ha amado hasta dar su vida por nosotros y que sigue amándonos con amor eterno. Es el reconocimiento de la misericordia del Señor, que eligió el Santísimo Sacramento para quedarse con nosotros hasta el fin de mundo. Los adoradores no sólo cumplen con un acto sublime de devoción, sino que confiesan con su testimonio y fidelidad la presencia real y verdadera de Cristo en la Eucaristía, contribuyendo a evidenciar y realzar el tesoro más grande que tiene la Iglesia, la Eucaristía.
Quien adora da testimonio de amor, del amor recibido y de amor correspondido, y además da testimonio de su fe. Así se lo reveló Jesús a Santa Faustina Kowalska, tal y como quedó escrito en su Diario Espiritual: “Vi al Señor Jesús expuesto en la custodia: en lugar de la custodia veía el rostro glorioso del Señor, y el Señor me dijo: Lo que tú ves en realidad, las almas lo ven a través de la fe. Oh, qué grande es para Mí su gran fe. Ves que aparentemente no hay en Mí ninguna traza de vida, no obstante, en realidad ella existe en toda su plenitud, y además encerrada en cada Hostia. Pero para que Yo pueda obrar en un alma, el alma debe tener fe. Oh, cuanto me agrada la fe viva”.
Animamos e invitamos a todos a que se unan a la familia de adoradores para estar más cerca del Señor y de su Iglesia. Pueden hacerlo, llamando al teléfono, 667 29 01 34
Madre Inmaculada, Madre de la Iglesia, ¡ayúdanos a amarla y servirla a través de nuestra vida y nuestra oración de adoración!
COORDINADORAS DE LA A.E.P. DE CUENCA




