Siervo de Dios Andrés Corsino de la Virgen del Pilar

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Miguel Palomar Martín nació en 1896 en Escucha, provincia de Teruel, al ingresar en los Carmelitas tomó el nombre de Andrés Corsino de la Virgen del Pilar. Se destacó en la dirección de las almas, para lo cual tenía dotes muy especiales. También destacó en el estudio de la Teología y de las Ciencias físicas. Muy valorado en la Orden, en cierta ocasión, fue elegido por el Capítulo provincial para Prior del convento de Zaragoza, pero no quiso aceptar el cargo. Fue destinado a Villanueva de la Jara, quizás a petición propia para dedicarse “con tranquilidad a sus inventos, a sus libros y a su alma”.

Al estallar la Guerra Civil, las Carmelitas descalzas fueron expulsadas de su convento, las obligaron a despojarse de los hábitos y las metieron presas en una casa de Villanueva de la Jara. Al padre Andrés, antes de asesinarlo, el 28 de julio, también le detuvieron en otra casa, de donde se escapó jugándose la vida para llevar la comunión a las religiosas. Y lo que pasó lo cuentan mejor que yo las propias carmelitas descalzas. Les copio su relato:

“El arriba mencionado padre Andrés se llevó a Jesús Sacramentado a su residencia y en la mañana del mismo día sobre las ocho, vino a casa a donde nos hallábamos las religiosas y nos comulgó (sic), sin tener ni un roquete ni estola para tan santo ministerio lo que al padre le produjo una amargura tan intensísima y profunda viéndose a la vez de seglar y a todas las religiosas disfrazadas con aquellos trajes, que sus lágrimas corrían a torrentes por sus mejillas y apenas podía articular palabra. Se fue el padre llevándose a su casa a nuestro dulce Jesús Sacramentado y aunque sumidas en la mayor amargura nos dejó consoladas y resignadas con la amorosa y deseada visita de Jesús a nuestra alma, que nos comunicó nueva confianza en él y fortaleza para los duros sufrimientos que nos aguardaban”.

La noche del 2 de agosto fue conducido al lugar del martirio, un bosque de pinos, cerca de la carretera que va a La Roda, después de atravesar el río Júcar, en el término de Casas de Benítez. Durante el trayecto fue objeto de los mayores insultos y crueldades, a lo cual replicaba el con estas y otras expresiones semejantes: “¡Viva Cristo Rey!… Muero a gusto por Dios, por mi Religión y por España”. Su cadáver estyvo insepulto durante catorce días, hasta que los vecinos de Casas de Benítez lo enterraron en su cementerio. 

El año 2001 terminó la instrucción diocesana de su Causa de beatificación junto a otros muchos carmelitas de la provincia de Aragón, Castilla y Valencia.

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