Me es grato escribir, una vez más, unas letras de saludo a todos los hombres y mujeres de Cuenca, con ocasión de la celebración de la Feria y Fiestas de nuestro Patrono San Julián.
Son estos días de alegría y de esparcimiento bien merecido después de un año de trabajo y empeños en el que, como es habitual, no habrán faltado momentos de alegría y de sufrimiento, de esperanzas cumplidas y de deseos que no acaban de traducirse en realidad. Y es que, al final, nuestras vidas son un entrelazado de momentos de gozos y de penas, de sueños felices y de despertares desilusionados, de fases de plenitud y otras de desasosiego y experiencias dolorosas de vacío. Todo contribuye a dibujar el claroscuro de nuestras existencias.
Necesitamos tiempos de fiesta, de descanso, de con- vivencia amable, de sentirnos libres de las urgencias estresantes y del agobio de las múltiples tareas, para poder gozar del don de la vida que Dios nos da, de la amistad, de la contemplación de la naturaleza, de la conversación ajena a las manecillas del reloj. Es imprescindible destensar cuerpo y alma, conjugar razonablemente ocio y negocio, trabajo y descanso.
Los tiempos de fiesta son también ocasiones de agradecimiento a Dios por los bienes recibidos, por tantas gracias de que somos objeto y de las que apenas somos conscientes.
Celebremos estos días de la Feria y Fiestas de San Julián fomentando nuestro sentimiento de pertenencia a esta ciudad, y favoreciendo una sincera fraternidad entre todos los conquenses por encima de cualquier desavenencia o desencuentro.
Con mis mejores deseos para todos de unas alegres Feria y Fiestas de San Julián.
