Saluda Semana Santa 2010

SEMANA SANTA – 2010

Queridos conquenses:

Con férrea periodicidad dobla el tiempo la esquina que nos introduce cada año derechamente en el ciclo austero y áspero de la Cuaresma, que veremos culminar en la celebración de la Semana Santa, cuando conmemoremos los misterios centrales de nuestra fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Para todos los cristianos tienen estos días un aire particular: sentimos la llamada a entrar de nuevo en nosotros mismos para mirarnos dentro con mayor hondura, para pedir perdón, para rectificar errores cometidos y para purificar nuestros corazones en las aguas limpias del Sacramento de la Penitencia, ricas de misericordia y compasión.

Para cualquier cristiano, la Semana Santa representa, además, un mundo de sensaciones viejas, de ritos renovados con rigurosa fidelidad cada año, de imágenes superpuestas, de sentimientos íntimos, de olor de incienso y de luz de tulipas, de colores cambiantes en los hábitos nazarenos, de movimientos cadenciosos y golpes secos de los banceros portadores de los «pasos», de sonidos, vibrantes y secos, de trompetas y tambores, de silencios imponentes, de lágrimas escondidas y miradas intensas y estremecidas…

Semana Santa, ¡representación viva de los misterios de la Pasión Muerte y Resurrección de Jesús! No simple recuerdo de algo definitivamente pasado, ni fría escenificación de un gesto inigualable, ni impersonal repetición hija de la costumbre, ni vacuo ejercicio de destreza y habilidad en el gobierno y conducción de los “pasos” por las calles y plazas de vuestro pueblo, ni mera expresión folclórica de creencias ancestrales que han perdido la linfa que les dio vida. Sí, en cambio, radical manifestación de fe de hombres y mujeres cristianos asociados en “hermandades” con una precisa finalidad de culto a Dios, concretado en los misterios que veneramos y que representan nuestras sagradas imágenes.

Al «procesionar» nuestros pasos pidamos a Dios Nuestro Señor que continúe y complete en nosotros los misterios de la muerte y resurrección de Jesucristo. Dichos misterios han llegado en Él a perfección, pero no así en nosotros, que somos miembros de su Cuerpo místico. También alcanzarán plenitud en nosotros si vivimos nuestro Bautismo: muerte al pecado, a la vida vieja caduca, para vivir la vida nueva y gloriosa del Resucitado.

Que la Santísima Virgen nos enseñe a vivir como cristianos nuestra Semana Santa, participando, como hizo ella, en los misterios de su Hijo.

A todos os deseo de corazón una santa celebración de la Semana Santa. Con mi afecto y bendición.

X JOSÉ MARÍA YANGUAS SANZ

Obispo de Cuenca