LUMEN FIDEI-Comentario a los números del 8 al 14-
“Hemos creído en el amor” cf. 1Jn 4,16
Abraham, nuestro padre en la fe
Nuevamente se nos habla de la memoria. “Si queremos entender qué es la fe, tenemos que narrar su recorrido, el camino de los hombres creyentes”.
¿Qué significa la fe en Abraham? N.8-11
En Abraham la fe está vinculada a la escucha. La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre. La fe “ve” en la medida en que camina, en que se adentra en el espacio abierto por la Palabra de Dios. La fe acoge esta Palabra como roca firme, para construir sobre ella con sólido fundamento. Fe que sostiene.
Para Abrahán, la fe en Dios ilumina las raíces más profundas de su ser, le permite reconocer la fuente de bondad que hay en el origen de todas las cosas, y confirmar que su vida no procede de la nada o la casualidad, sino de una llamada y un amor personal.
¿Qué puedo yo decir de mi fe?, ¿dónde está sostenida?, Haz memoria…
A continuación se nos habla de la fe de Israel.
De nuevo hemos de hacer memoria para descubrir y avivar la fe del Pueblo.
Para Israel, -nos dice el texto- la luz de Dios brilla a través de la memoria de las obras realizadas por el Señor, conmemoradas y confesadas en el culto, transmitidas de padres a hijos.
Nos encontramos con un pueblo que, a pesar de “ver” las obras de Dios, se erige un ídolo porque no soporta el misterio del rostro oculto de Dios, no aguanta el tiempo de espera.
Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escucha las voces de tanto ídolos que le gritan: “Fíate de mi”. ¿No vemos esto en la sociedad actual?
Al final del número 13 nos viene una definición de creer, y para ti, ¿qué es creer?, ¿qué exige la fe?
Cuando se me hace un regalo, ¿qué disposición tengo que tener?
El hombre tiende a ser autosuficiente, a querer mostrar una imagen de “yo solo puedo, no te necesito”, que quizá puede ser el primer obstáculo personal y comunitario para acoger un Dios que se da en misericordia y esto exige la humildad y el valor de fiarse y confiar.
Lee los números que se proponen. Es bueno que una primera lectura sea para conocer el texto, una segunda lectura puede ser en clave orante porque puede surgir del texto un diálogo con Dios. Estas anotaciones pueden servirte para profundizar en ello.
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