LUMEN FIDEI-Comentario a los números del 15 al 22
La plenitud de la fe cristiana
¿Dónde está centrada la fe cristiana?, ¿dónde está centrada mi fe?
La fe cristiana, nos dice el Papa, está centrada en Cristo, es confesar que Jesús es el Señor, y Dios lo ha resucitado de entre los muertos. Todas las líneas del Antiguo Testamento convergen en Cristo.
La historia de Jesús es la manifestación de la fidelidad de Dios.
No hay garantía más grande que Dios pueda dar para asegurarnos su amor que darnos a su Hijo.
La clave de la fe está en acoger este misterio y dejarme amar por el Amor. ¿Cómo lo vivo yo?, ¿qué le dice todo esto a mi vida de fe?, ¿dónde encuentro yo la mayor prueba de la fidelidad del amor de Dios?
Es la cruz la prueba más grande del amor que Dios nos tiene. Este momento requiere una mirada de fe para saber descubrir que es en esa hora donde resplandece el amor divino en toda su altura y amplitud.
Hay pensadores que consideran este momento como el idóneo para perder la fe, mientras que nosotros reconocemos que es ahí donde la fe se refuerza y recibe una luz resplandeciente.
Nos afirma el texto que nuestra cultura ha perdido la percepción de Dios en la realidad, como si Dios fuera incapaz de intervenir en el mundo. Los cristianos confesamos la fe en un Dios que nos tiene un amor concreto y eficaz, que obra verdaderamente en al historia y determina el destino final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Creer es mirar con los ojos de Jesús.
Creer nos trae la salvación. Quién acepta el don de la fe, quien acoge la bondad de Dios, quien se deja tocar por una nueva lógica,…la salvación comienza con la apertura a algo que nos precede, a un don originario que afirma la vida y protege la existencia.
La fe nos ensancha por dentro para ser habitados por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor.
No podemos olvidar que la existencia creyente se convierte en existencia eclesial. Yo creo dentro de un cuerpo que es la Iglesia. Yo creo gracias a ella, mi fe no es mía, no es algo individual y privado sino que igual que integra toda la persona, integra todas las realidades. Por la fe el creyente de hace partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia hasta su cumplimiento. Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos.
Lee los números que se proponen. Es bueno que una primera lectura sea para conocer el texto, una segunda lectura puede ser en clave orante porque puede surgir del texto un diálogo con Dios. Estas anotaciones pueden servirte para profundizar en ello.
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